El pasado 14 de diciembre el vicepresidente senior y director general de la Accelerated Computing Systems and Graphics (AXG) de Intel, Raja Koduri, publicaba un comunicado donde confirmaba lo que ya era una verdad más que asumida por todos: “nuestra actual infraestructura informática, de almacenamiento y de redes no es suficiente” para dar soporte a la Web3, teniendo en cuenta los requisitos para ejecutar un software de las colosales dimensiones de los metaversos, en tiempo real y con cientos de millones de usuarios conectados de manera persistente, simultánea e inmersiva. Será necesario entonces “un aumento de 1.000 veces en la eficiencia computacional con respecto al estado actual de la tecnología”, apuntaba. Por no hablar de los “nuevos algoritmos y arquitecturas de software” que se precisarán además para alcanzar dicho objetivo.
Las palabras de Koduri fueron interpretadas por la mayoría de medios de comunicación como una mala noticia, un “cubo de agua fría” o una decepción, según comentaron muchos, pero lo cierto es que en Intel están trabajando a destajo para superar las barreras informáticas que hoy nos separan de Web3. Concretamente, según Koduri, son tres los frentes abiertos: uno, el desarrollo de herramientas, bibliotecas y softwares abiertos que permitan la creación de “aplicaciones complejas con mayor facilidad”; dos, el aumento de la capacidad de cálculo de los dispositivos que manejarán los usuarios y, tres, la conquista de la “potencia bruta necesaria para impulsar experiencias metaversales”.
El artículo explica que la nueva arquitectura de cómputo que Intel está preparando será capaz de acelerar y renderizar la experiencia del metaverso desde el servidor hasta el cliente. Para ello se usará, entre otras, la tecnología Ponte Vecchio, nombre en clave de las GPU de Alto Rendimiento Intel® Xe, que estará disponible para 2022. En este sentido Koduri se muestra especialmente optimista al hablar de la existencia de una “hoja de ruta multigeneracional de XPUs de alto rendimiento cliente-nube que nos llevará a la computación a zettaescala en los próximos cinco años”.
¿De qué es capaz la computación a zettaescala?
La revista HPCWire, una de las más longevas publicaciones especializadas en supercomputación, publicaba en mayo La historia de la supercomputación vs el Covid-19, una crónica que recopila varios hitos informáticos clave en la lucha contra la pandemia, sin los cuáles, muy presumiblemente, no se hubieran podido desarrollar las vacunas en un tiempo tan corto. La computación de alto rendimiento como hardware y la inteligencia artificial como software han sido, pues, aliados clave de la comunidad científica durante la guerra vírica.

A diferencia de un ordenador normal, que sólo puede procesar una tarea a la vez, un superordenador puede dividir un problema en partes más pequeñas y procesarlas en paralelo utilizando múltiples procesadores, cosa que vuelve mucho más rápida la búsqueda de soluciones a un determinado problema. La actual generación de superordenadores opera en el ámbito de la petaescala, esto es, son capaces de resolver un cuatrillón (10^15) de cálculos por segundo. Alguno ya lo hace en la exaescala, la siguiente generación, donde la cifra alcanzará el quintillón por segundo (10^18), lo que permitirá llevar a cabo en un día simulaciones cuya resolución tomaría 500 años a un ordenador normal.
La prometida computación a zettaescala figuraría en el siguiente peldaño de esta vertiginosa escalera hacia el progreso computacional que el cofundador de Intel, Gordon Moore, predijo a mediados de la década de los 60. Con ella seríamos capaces de resolver un sextillón de cálculos por segundo, 21 ceros de complejas operaciones en un abrir y cerrar de ojos.
La Supercomputación a la vuelta de la esquina
Todo esto toma un cariz aún más imponente a la luz de un artículo publicado a mediados de noviembre, también en el blog de Intel, titulado La supercomputación para todos está más cerca de lo que crees donde Jeff McVeigh, vicepresidente y director general del Grupo de Supercomputación de la empresa, explicaba que “el objetivo de Intel es democratizar la Computación de Alto Rendimiento (HPC) y ofrecer supercomputación para todos”. ¿Significa esto que en un futuro no muy lejano podremos entrar en un centro comercial y comprar exaescala o quizás, incluso, zettaescala?
Uno de los principales argumentos de los movimientos antivacunas ha sido el siguiente: las vacunas no son seguras, pues para comprobar su seguridad siempre se ha requerido el lento transcurrir de los años. Aunque podemos señalar como culpable de ello a la desorientación causada por la creciente abundancia y desorden de la información tanto falsa como verdadera, no deja de ser cierto, en no poca medida, que el trabajo de la supercomputación combinada con la inteligencia artificial ha provocado una brecha en el pensamiento humano, una discontinuidad en lo que hasta ahora había sido lógico, aceptable y razonable, hasta el punto de llevar a la sociedad a la convulsión y a la desobediencia civil, incluso. Quizás no sea tan mala noticia que, por ahora, no exista la tecnología suficiente para sumergirnos (por usar un verbo de tantos posibles en este caso) en mundos paralelos capaces de multiplicar por una inquietante x el número de semillas de nuevas dosis de caos y entropía.